El Congreso podría debatir en los próximos meses el tema más importante de los últimos 20 años. No se trata de la Ley de Radiodifusión, que les importa a unos pocos, sino del debate por el Ingreso Universal para la Niñez, un proyecto que hace años vienen impulsando distintas fuerzas políticas.
La idea es que cada madre de cualquier clase social o poder adquisitivo reciba un subsidio fijo por cada hijo menor de 18 años, para ayudar en su alimentación. El monto varía según los proyectos entre los 125 y 250 pesos; la única condición para cobrarlo es presentar un certificado de salud y de escolaridad del menor.
Pero, ¿por qué el hijo de una persona rica debería cobrar también? Porque de esta manera se transparenta el sistema. Si todos cobramos, nadie tiene que presentar certificado de pobreza, ni hacer trámites engorrosos, ni deberle favores a ningún puntero político. Con esto, se termina la pobreza, el clientelismo y la discriminación a los pobres. Por otro lado, con una pequeña modificación al impuesto a las ganancias, se puede hacer que los que más tienen terminen devolviendo el subsidio.
¿De dónde se sacarán los fondos en un país cuyos recursos no abundan? Cada proyecto plantea algo diferente. La Coalición Cívica habla de eliminar el resto de los planes sociales, que ya no serán necesarios. Claudio Lozano señala que se podrían ajustar algunas promociones industriales, eliminar subsidios o incluso usar las reservas del Banco Central; si se usan para pagar deuda, ¿por qué no, para la deuda social? El socialismo propone usar el 10% de los fondos de las AFJPs reestatizadas. Y casi todos hablan de gravar la renta financiera.
En síntesis, el dinero está. Lo que se necesita es la voluntad política de implementar un programa que puede significar una bisagra en la historia de la Argentina.