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¿Hasta qué punto los medios manipulan la información?

Comparto con ustedes una nota que publiqué en Opinión Sur Joven sobre el tema de los medios y la supuesta manipulación. No digo que no existan tendencias, pero muchos análisis descuidan algunos aspectos del trabajo diario en los medios.

Los logros del Gobierno de Cristina

En estos días en que se debate la nueva ley de Radiodifusión (o de medio audiovisuales o como quieran llamarle), muchas personas que se definen como «anti-kirchneristas» me comentaban que pese a sus posiciones políticas, les parece desmedido el tratamiento que los medios hacen al gobierno de Cris. Me decían que estaría bueno, que mechen las cosas negativas con las positivas que seguramente también existen.

Uno a veces accede a noticias que otros no. Y no estoy hablando de tener fuentes calificadas, sino de que -además de leer Clarín- leo diarios oficialistas, páginas web oficiales, etc. Y en función de eso casi que puedo asegurar: este gobierno no tuvo (casi) ninguna buena noticia para anunciar en toda su gestión.

Que quede claro que estamos hablando del Gobierno de Cristina. El de Néstor, en cambio, tiene en su haber la derogación de Obediencia Debida y Punto Final, el impulso al tema de los Derechos Humanos, un aumento de sueldo extraordinario a los docentes (muy superior a la inflación del período), aumentos considerables a los jubilados, llevó la desocupación a un dígito lo cual contribuyó con el descenso de la pobreza, le pagó al Fondo Monetario Internacional, renegoció la deuda externa, mantuvo el superávit fiscal, reformó la Corte Suprema de Justicia que hoy es un organismo intachable, creó junto al Congreso nuevas leyes educativas sancionadas con un relativo consenso, no reprimió los conflictos sociales… Néstor Kirchner dejó, al menos a mi criterio, un país mucho mejor que el que encontró. Cada una de esas cosas a favor, puede ser discutida. Algunos dirán que la renegociación de la deuda no fue buena; otros sostendrán que algunas de las medidas que yo señalo como positivas (ej: no reprimir) son la semilla a algunos problemas que hoy tenemos. Y puede ser o no. En todo caso, no me interesa discutirlo ni conmigo mismo. Son cosas que resultaron positivas para ciertos sectores de la sociedad, independientemente de que uno esté de acuerdo o no.

Veamos ahora qué pasa con el Gobierno de Cristina. Hoy se necesitan indefectiblemente medidas que corrijan el rumbo de algunas cosas que se hicieron mal en los últimos años. Como siempre, de eso se trata dirigir: ir corrigiendo las cosas que están mal. Porque además de las cosas buenas que hizo Néstor, también hizo muchas cosas malas. El problema es que Cristina está gobernando como si esos cuatro años anteriores no hubieran existido. Veamos cuáles pueden ser las buenas noticias.

1) Lanzamiento de un nuevo programa social. Ya no es una buena. Son programas extremadamente focalizados que ayudan a pequeños grupos más o menos necesitados. No hay información clara de cómo acceder a él. Las páginas web de los organismos oficiales sólo anuncian el anuncio (valga la redundancia) pero no explican cómo se implementa ni comentan la marcha del plan.

2) Anuncian la creación de obra pública (autopista, escuela, etc). Tampoco es buena noticia. Ambas gestiones K se caracterizaron por anunciar varias veces el lanzamiento de cada construcción. La buena noticia sería la inauguración. Pero, lamentablemente, eso no pasa. En general todo se lanza y se frena. Basta para eso ver esta nota de Clarín de hoy.

3) Aumento a los jubilados. Después de tantos años de gestión, cualquier aumento es insuficiente. Máximo cuando se usa la caja del Anses para otras cosas. Hoy la plata para aumentar a los jubilados está. Y los incrementos no deberían ser en virtud de un capricho presidencial, sino de una ley sólida que lo ate a los aumentos de sueldos. Hoy la ley existe, pero dejó a los jubilados muy mal parados.

4) Aumentos de sueldos mínimos. Nunca sirven siquiera para compensar la inflación que se oculta y se digita.

5) Creación de subsidios a un sector. Quedó demostrado que los subsidios se manejan por mecanismos tan engorrosos que es casi imposible cobrarlos. Especialmente para los chicos que no tienen estructura jurídica administragtiva para hacerlo. Entonces, como con los planes sociales, otra vez hacen agua. En cambio, sería muy bien recibido una rebaja de impuestos con la consecuente rebaja de subsidios. Por ejemplo, al sector del agro esto le vendría muy bien. Pero acá la lógica pareciera ser tener la plata, para poder tener el control de las situaciones.

Hasta aquí un breve panorama. Noticias que deberían ser buenas, se convierten en neutras por un simple motivo: no son medidas verídicas. Es el Gobierno el que debe generar el impacto suficiente para que los medios publiquen noticias «positivas». Eso sólo se logrará con un cambio de estilo: planes sociales universales y transparentes, subsidios transparentes, rebaja de impuestos, inauguración de obras públicas (en lugar de anuncios), recomposición del Indec y claridad en los haberes jubilatorios serían algunos de esos pasos para recuperar la credibilidad.

¿Cambio juez?

The New York Times analiza cobrar por su edición on line
Por: Alejandro Alfie

En lo que podría anticipar un cambio de tendencia para los diarios en Internet, The New York Times avanza con la idea de cobrar parte de sus contenidos on line. Está realizando un estudio de marketing para ver si sus abonados estarían dispuestos a pagar unos cinco dólares mensuales.

Según cómo resulte dicha investigación, The New York Times podría anunciar en las próximas semanas un cambio, que promete revolucionar a todo el sector de la prensa diaria de interés general.

Es que el cambio implicaría ir contra su propia historia, ya que el diario cobró parte de su contenido on line durante dos años. Desde 2005 ofreció Times Select, con el que recaudaba US$ 10 millones al año. Pero en 2007 optó por eliminarlo y dar el contenido gratis. Una decisión similar tomó por entonces El País, de España, que cobró por su edición on line entre los años 2002 y 2007, cuando decidió darlo gratis y cobrar exclusivamente a quienes quisieran descargar su versión digital en formato pdf.

Los grandes diarios económicos de alcance global ya están cobrando por algunos de sus contenidos en Internet. Por ejemplo, el Financial Times tiene 110.000 suscriptores pagos. En esa línea, Rupert Murdoch planea que el modelo de cobro por contenidos en Internet que ya tiene The Wall Street Journal se amplíe al resto de sus diarios, como The Sun, The Times y News of the World, entre otros.

Los problemas económicos de The New York Times están llevando al diario a analizar diversas formas de rentabilizar sus contenidos. Pero primero quiere saber qué opinan sus lectores, para mantener el vínculo y no tomar una decisión apresurada.

¿Papel vs digitales?

Es un debate que sólo nos interesa a quienes estamos en el rubro periodístico. Pero vale compartirlo. ¿Morirán algún día los diarios de papel? Los más apasionados dicen que nunca; los más techi dicen que es inevitable. Probablemente ni unos ni otros tengan razón y ambos medios (papel y digitales) irán mutando.

Por ejemplo, miren este aparatito que están desarrollando. Es un lector plástico que permitiría leer el diario (o libros) con las mismas ventajas que el papel (diseño, formato, legibilidad) pero sin usar papel físico. Aquí una pequeña muestra para deleitarse.

¿Cómo avanza el concepto de «antisionismo»?

Esta idea que levanta Clarín hoy (“No somos antisemitas, estamos contra el Estado terrorista de Israel y el sionismo«), no es exclusividad del gran diario argentino.

Crítica ya lo incorporó como línea editorial. Si bien el lunes publicó la noticia de los actos antisemitas, ya el martes en su tapa hablaba de

Y el viernes insistía con que «liberaron a tres de los antisionistas». Veo como algo bastante peligroso que se empiecen a disociar los conceptos de antisemitismo y antisionismo; especialmente en un medio de circulación nacional.

Antisemitismo y antisionismo

Foto: Diego Levy. Críticadigital.com
Foto: Diego Levy. Críticadigital.com

Alemania es para mí sinónimo de nazismo. Sé que todo eso pasó hace mucho pero no puedo evitarlo: su idioma, su acento, sus tradiciones me remiten inmediatamente a los seis millones de judíos muertos en la Shoá.

Estuve en contra de la guerra de Irak y de muchas políticas de Estados Unidos frente al mundo. Repudio las violaciones de los derechos humanos de la mayoría de los países árabes y veo con escozor las luchas tribales entre ciertos países de África.

No olvido que España fue la cuna de la Inquisición, ni la responsabilidad de la Iglesia Católica en distintos procesos de persecución contra el pueblo judío. No me olvido del genocidio armenio a manos de los turcos. Tampoco de las violaciones a los derechos humanos en la Argentina durante el Proceso ni de las matanzas indígenas que hicieron posible que este país exista.

Alemanes, estadounidenses, árabes, tribus africanas, españoles, católicos, turcos, argentinos fueron parte de distintos sucesos históricos que repudio. Pero nunca, jamás se me ocurriría ir a empañar el festejo de la independencia de ninguno de esos países. Reivindico el derecho de los alemanes y de los argentinos descendientes de alemanes de celebrar su identidad cultural: eso no los hace ni más genocidas ni menos argentinos. Como respeto su derecho a festejar, demás está decir que no iría con palos y capucha a agredirlos y enturbiar sus fiestas.

El pasado 17 de mayo un grupo de militantes del Movimiento Teresa Rodríguez ingresó a un acto de celebración del día de la independencia de Israel a hacer destrozos y agredir a los presentes, que en su mayoría eran ancianos y niños. La excusa fue que “Israel es un estado represor y genocida, que cercena los derechos humanos de los palestinos”.

Podríamos discutir días enteros sobre si eso es verdad o no. Pero no me interesa hacerlo en estas líneas. Por un instante vamos a suponer que fuera así. ¿Por qué ir a hacer un progrom en el acto que la comunidad judía argentina organiza para celebrar la existencia de un país que representa parte de su identidad cultural?

Esto tiene un solo nombre: antisemitismo. El discurso de estos grupos intenta modificar las palabras; intentan decir que es “antisionismo”, como si eso significara algo. Podemos estar en contra de las políticas del gobierno de Israel o del gobierno alemán durante el nazismo o del de Argentina. Pero no se ven en el mundo marchas antialemanas o antiargentinas. Tampoco veo a nadie pidiendo la desaparición de los Estados Unidos. Ser antisionista implica exigir de manera explícita la disolución de Israel como país, algo que no se le reclama a ningún otro país del mundo, sin importar cuántas violaciones a los derechos humanos cometa.

“No somos antisemitas, estamos contra el Estado terrorista de Israel y el sionismo», dijo en su defensa uno de los referentes del grupo antisemita. Ser antisionista es negar la posibilidad de que el pueblo judío tenga su tierra y su patria, que en definitiva es la garantía de su existencia como pueblo. Existencia que fue negada sistemáticamente hasta la creación del Estado. Por eso, es importante que llamemos a las cosas por su nombre. Una cosa es estar en contra del gobierno israelí; otra, es el antisionismo, que no es más que antisemitismo disfrazado e intolerancia políticamente correcta.

Perfil critica a Clarín

Escribe Jorge Fontevecchia -director del diario Perfil- sobre la renuncia de Jorge Lanata a la dirección del Diario Crítica.

«Cuando la semana pasada se anunció que Jorge Lanata dejaba la dirección del diario Crítica, me llamó la atención la manera ácida como Clarín lo informó. No resulta muy elegante que quien ignore el nacimiento de un medio luego se ocupe de sus vicisitudes. Y, peor aún, sume además una cuota especial de agresividad.»

Una excelente columna que vale la pena leer, al menos para aquellos que nos interesa el tema medios.

Y una reflexíón que me parece bueno copiar acá abajo.

«La cuestión ya cruzaría la frontera del conflicto entre colegas para adquirir una dimensión de abuso de poder por la posición dominante que el Grupo Clarín ostenta en los medios de comunicación. Como si se tratara de un mensaje a todos los sujetos noticiosos, donde les dijera: “Soy tan grande que ¡cuidado! Nadie se meta conmigo porque después, no importa el tiempo que pase o que ya no resulte una amenaza quien me desafió, igual iré contra él y hasta contra sus descendientes; no porque especialmente me importe su escarmiento sino para que todos los demás se inhiban de meterse conmigo. Por eso, no tendré grandeza en la victoria y seré despiadado con mis contrincantes, especialmente en sus momentos de mayor debilidad”.  Si esta hipótesis fuera correcta, no se diferenciaría en mucho del estilo que criticamos en Néstor Kirchner.»

Para leerla completa, clickeá aca